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CLAUDIA SAUMA

CLAUDIA SAUMA

Presidenta de los chefs de Cochabamba

A partir de este mes, tiene oficialmente dos años para trabajar por su sector y, en general, por el crecimiento de la gastronomía cochabambina, para que el título de capital gastronómica del país no se quede sólo en un papel.

Cuando era niña, en su natal Sucre, pasaba el tiempo junto a su madre haciendo queques, buñuelos, galletas, entre otras cosas de la repostería casera. Así, desde temprana edad, comenzó a sentir cierta inclinación por la cocina, sin imaginar que un día estaría lejos de casa, sumergida por completo en el mundo de la gastronomía.
Ella es Claudia Sauma Zankys, quien hoy detenta su bien ganado y merecido título de chef máster, con 28 años de trayectoria dentro y fuera del país, y ahora como cabeza de la Asociación de Chefs de Bolivia (ACB), filial Cochabamba, por los próximos dos años, comenzando oficialmente este mes.
Ya de joven, su inquietud la llevó, a sus 19 años, a un largo viaje rumbo a Los Angeles, Estados Unidos, donde comenzó a estudiar la carrera de Marketing a distancia, pero al mismo tiempo trabajaba en una empresa de Catering, donde aprendió cosas básicas de la gastronomía. Poco tiempo después, ingresó a trabajar a la mansión de una familia de multimillonarios en Beverly Hills, que contrataba a los mejores chefs de esas épocas.
Ahí estuvo cerca de tres años, aprendiendo de los destacados profesionales, leyendo libros y haciendo algunos cursos cortos de cocina.  
“Me acogieron muy bien en esa familia donde estaba y después de un tiempo yo me hice cargo de todo lo que era la cocina en la mansión, llegué a cocinar hasta para 50 personas yo sola, hacía de todo, comida china, ensaladas, etc.”, relata sobre su paso por el país del norte.

Retorno a su tierra
Después de haber conocido lo que es el “mundo”, como se diría, con una rica experiencia, porque estuvo en el país más rico del mundo, en una de las ciudades más prósperas, donde las exigencias de calidad son fuertes, Claudia retornó a su natal Sucre con la decisión de emprender algo propio.
Así abrió un restaurante llamado Cactus, donde le fue muy bien en los primeros años. Ubicado en la calle España, en el centro de la Capital, era un lugar pequeño, rústico, pero después quiso hacer algo más grande, pretendiendo combinar la gastronomía con la música.
Después de unos 6 años, decidió llevar a cabo su experimento y alquiló un local en otro lugar más amplio, donde además del restaurante tendría una pista de baile, pero la combinación no le funcionó y se vio obligada a cerrar.
Pero ese traspié no la desanimó, más al contrario, aprendió de sus errores para después abrir, esta vez con una socia, un nuevo restaurante de tipo bistro, algo más pequeño, también en pleno centro de la ciudad, frente a la Catedral.
Su socia era una joven proveniente de Madagascar, casada con un suizo. Con ella de compañera lograron una buena acogida del público, ofreciendo comida, cafés, tragos, sandwiches, piques, carnes con salsa, entre otras cosas.

Rumbo a la Llajta
“Me vine hace 16 años a Cochabamba, por eso mi corazón es cochabambino”, dice Claudia. Su llegada a la llajta se produjo porque al esposo de su socia le habían transferido a la ciudad valluna . Claudia ya conocía esta urbe, donde muchas veces venía de vacaciones, además sabía que la Llajta era conocida como un lugar donde se comía muy bien.
Al principio no vinieron a vivir, sino a buscar un lugar para alquilar y remodelar, en 2001. Vieron una casa en la Av. América que estuvieron a punto de alquilar, pero el dueño retrocedió. Estuvieron a punto de desanimarse, pero encontraron una casa en la Ramón Rivero esquina Lanza, donde así, en mayo de 2001, nace Páprika.
“Desde el inicio, la respuesta del público fue, gracias a Dios, rápida, por el estilo de comida, era algo nuevo para Cochabamba, trajimos nuevas tendencias, platos diferentes, basadas en un sondeo que hicimos, ya que recorrimos por diferentes lugares de la ciudad”, recuerda Claudia, quien, como era de suponer, se ocupaba de lleno a la cocina, a los platos del menú, con la rica experiencia lograda en Beverly Hills, donde aprendió a responder a altas exigencias en todo, además de su paso por Sucre, donde tenía de clientes a turistas extranjeros.
Un año después, su socia tuvo que volver a Suiza con su esposo y Claudia le compró el 50% de su parte, comenzando a trabajar sola. Así empezó a ampliar y crecer. En 2004 se casó con Ricardo Mercado, que en ese entonces trabajaba en una empresa, pero justo un día, cuando ya estaba embarazada de sus actuales mellizas, les dieron la noticia de que la casa donde estaba Páprika sería vendida y los dueños les dieron tres meses para desocupar.
Luego de haber estado 10 años pagando alquiler, dejaron el lugar inicial y encontraron la casa que hoy ocupan, en la calle Chuquisaca y Antezana, un buen lugar en esquina.
Compraron la casa con crédito bancario e invirtieron una importante suma en la remodelación. Ahí ya se encuentran siete años y siguen teniendo una abundante clientela.

Nuevo reto con la ACB
En 28 años de trayectoria en el mundo gastronómico, Claudia siempre ha logrado avanzar, mejorar y crecer. Junto a su esposo, quien después de dejar de trabajar en una empresa, ahora está como socio, generando 40 empleos directos en Páprika y otros 20 con su nuevo restaurante Cayena, una iniciativa que ya lleva dos años.
Claudia siempre se ha mantenido activa, pasando cursos, leyendo libros gastronómicos, creando en su “laboratorio” nuevos sabores para varias sus menús, además de administrar la empresa y supervisar las cocinas, turnándose con Ricardo, entre Páprika Cayena.
Por si fuera esto poco, ahora Claudia ha emprendido un nuevo reto en su vida, la Presidencia de la ACB-Cochabamba, con el espíritu emprendedor que lo caracteriza, para lograr que esta organización salga del estancamiento en el que ha estado los últimos años.
Ella considera que Cochabamba no puede quedarse simplemente con el denominativo de capital gastronómica de Bolivia, en papel, por tanto, es consciente que se debe trabajar con más firmeza fortaleciendo la ACB, con nuevos miembros, además de generar cursos de capacitación, organizar y participar en eventos gastronómicos, aportando así al crecimiento del país.

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