Emprendimientos en la base de la pirámide en América Latina y Bolivia
Base de la Pirámide
En 1998 se introdujo el concepto de «base of the pyramid» o «base de la pirámide» para hacer referencia al 70% de la población que vive por debajo del umbral de la pobreza. (Prahalad, 2006). La población perteneciente a este grupo se caracteriza por desarrollar sus actividades económicas de manera informal y viven en zonas rurales. A pesar de la enorme oportunidad económica para el negocio, el segmento de la base de la pirámide (BdP) enfrenta la pobreza y una enorme brecha entre la oferta y la demanda con relación al ecosistema del mercado formal para el cumplimiento de sus necesidades primarias.
La BdP está conformada por personas de recursos muy limitados, son parte de ella cerca de 4 billones de personas, siendo el sector más grande de la población mundial que vive con menos de $us 2,5 por día, según el Banco Mundial, reflejando pobreza que por años ha sido combatida por gobiernos, agencias de ayuda humanitaria, donantes, organizaciones internacionales, etc., pero a pesar de todos sus esfuerzos no han podido eliminar la pobreza. Ante esta frustrante situación (Prahalad, 2005) dice que, si se dejara de ver a los pobres como víctimas o una carga, y si se les viese como consumidores conscientes del valor y empresarios creativos, se podría abrir un gran mundo de oportunidades (12 MANAGE, 2019).
Los negocios van más allá de considerar a la BdP como consumidor o fuerza laboral, la importancia radica en lograr la inclusión social de las personas de bajos ingresos (Casado et al., 2009). Lo principal en este tipo de negocios es que en su progreso se logre la participación de los pobres en la creación de valor mejorando su condición de vida. La idea del concepto es que las personas se integren en los procesos de las empresas como clientes, proveedores, distribuidores; a través de estrategias se busque al mismo tiempo mejorar oportunidades empresariales y reducir la pobreza a largo plazo (Sandeep, 2016). El concepto de la BdP permite que los mercados sean más incluyentes para los pobres, tanto en la participación activa en la cadena de valor como participación en formas que desenvuelvan su empoderamiento y desarrollo humano; con el propósito de generar oportunidades de negocio y se desplieguen rutas de acción futura para el desarrollo sostenible de este sector (Pineda M. A., 2014).
Emprendimientos en América Latina
El avance socioeconómico de la última década, sumado a un cambio cultural y el objetivo de éxito, está facilitando el tránsito en América Latina del emprendimiento por necesidad a negocios escalables de alto impacto. Según el informe de Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2017/2018 el 74% de los emprendedores en el mundo comenzaron sus negocios tras haber identificado una oportunidad. Para el Global Entrepreneurship and Development Institute (GEDI) el país con un ecosistema emprendedor más avanzado en la región es Chile, seguido por Puerto Rico y Colombia.
La proporción de empresarios motivados por oportunidades y por mejoras, en términos de buscar mayor ingreso o mayor independencia, representan un promedio de 37%. En AL, la innovación es más frecuente en Chile con 48% donde los empresarios introducen nuevos productos o servicios al mercado. La CEPAL muestra que en América Latina y el Caribe, en la mayoría de las economías, las personas piensan que el emprendimiento es una buena carrera que proporciona un alto estatus y tienen un bajo índice de miedo al fracaso. Sin embargo, entre los diversos motivos para interrumpir un negocio, el más común es la falta de rentabilidad o de capital, lo que representa un promedio del 45% de las salidas (CEPAL, 2018). Según el GEM, la actividad emprendedora de etapa temprana total (TEA), que mide a emprendedores motivados por necesidad y a los movidos por oportunidad, registra para 2018 el mayor TEA en Latinoamérica y el Caribe donde apenas menos del 20% de adultos en edad laboral participan en la actividad emprendedora de etapa temprana, asimismo se registra un índice TEA más bajo en Europa con el 8% (GEM, 2018).
Un aspecto que define a la población emprendedora en América Latina es su elevada variedad, el colectivo de emprendedores que compone esta población destaca individuos con valioso talento empresarial al mando de reconocidas empresas con elevada productividad, otros que garantizan sus ingresos ante la escasa oportunidad empleo y otros cuantos que buscan mayor independencia, flexibilidad laboral o autonomías propias de actividades empresariales (Banco de Desarrollo de América Latina, 2013). El fenómeno de emprender según la Corporación Andina de Fomento (2013) constituye una característica de las economías latinoamericanas, especialmente en el sector más vulnerable, entre las demás causas que lo provocan, como respuesta a los altos niveles de desempleo que enfrenta la región y que a través del autoempleo se convierte en una alternativa para generar ingresos. En Latinoamérica el 28.7% de la población económicamente activa es autoempleada, el 54.8% es asalariada y solo un 4% es empleadora (Corporación Andina de Fomento, 2013).
Emprendimientos en Bolivia
El emprendimiento en Bolivia se concentra principalmente en las micro y pequeñas empresas, según datos de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña empresa (Conamype). Las 600.000 empresas de este tipo generan el 80% del empleo en distintos sectores incluyendo alimentos, metalmecánica, orfebrería, textiles, madera, cuero, piscícola, pequeños ganaderos y servicios (FAUTAPO, 2013). Según GEM al examinar los emprendimientos de Bolivia por sectores en los que venden, la mayor parte de la actividad emprendedora se desarrolla en el sector de servicios al consumidor; el 41% lo hace en el comercio y el 15% en alojamientos y en restaurantes; manufactura 12% del total. En el grupo de los propietarios de negocios establecidos, el sector predominante de los emprendimientos es el del comercio, luego está las manufacturas 13% y el sector de alojamientos y de restaurantes 9% (GEM, 2014).
Según el estudio del GEM 2008-2010: el 29,8% de la población de Bolivia está dedicada a actividades de emprendimiento inicial (nuevos emprendimientos con menos de tres años y medio de existencia). Sólo un 19,1% de bolivianos posee un negocio sólido de más de tres años y medio de antigüedad (Fernández, 2010). Los emprendimientos bolivianos se concentran en los servicios al consumidor final en 67%, donde prima el comercio al por menor. Otra característica es que son pocos los emprendimientos que tuvieron una renovación tecnológica en los últimos cinco años, el 78% aún maneja equipos que poseen más de cinco años de antigüedad, por otro lado, el 78.4% concentra ventas al mercado local y es pequeño el porcentaje de empresas que estén realizando la exportación de su producto y/o servicio (Fernández, 2010).
Los datos manejados por Querejazu, Zavaleta y Mendizabal (2015) establecen que para el año 2014 Bolivia presenta una TEA del 27,4% de la población adulta (Figura 8), un indicador inferior a los registrados los años 2008 y 2010; sin embargo, es muy preocupante el porcentaje de población adulta propietaria de negocios establecidos (7,6%) que tuvo una caída a menos de la mitad con relación a las tasas registradas en las gestiones pasadas (Querejazu, Zavaleta y Mendizabal, 2015).
Bolivia presenta altas tasas de discontinuidad que indica bajos niveles de preparación para iniciar y mantener un negocio; esto se debe a razones personales, rentabilidad, falta de acceso a financiamiento y demás. Más de la mitad de los emprendedores iniciales en el país inicia un emprendimiento o desarrolla un nuevo negocio motivados por la oportunidad y menos del 50% lo hace por razones relacionadas con la necesidad (GEM, 2014). La actividad emprendedora en Bolivia establece que los emprendimientos nacientes así y nuevos negocios buscan un mayor ingreso (32,6%), libertad laboral (19,1%), responder a la necesidad (27,3%) o a la combinación de necesidad y de oportunidad (20,5%) (Querejazu, 2015). En Bolivia, solamente el 12,3% de la población adulta ha recibido algún tipo de capacitación para emprender durante la etapa escolar y el 16,5% lo hizo posteriormente. En todos los departamentos, más de la mitad de la población no tiene educación para los negocios, especialmente en los departamentos de Cochabamba y Tarija, que reflejan los menores niveles de capacitación para emprender (Querejazu, 2015).
Osvaldo Walter Gutiérrez Andrade
Doctor en Ciencias Económicas. Docente de pregrado y posgrado Universidad Católica Boliviana «San Pablo» y Universidad Mayor de San Simón
Licenciada en Ingeniería Financiera, Universidad Católica Boliviana “San Pablo”.
Ilen Morales Castellón
Licenciada en Ingeniería Financiera, Universidad Católica Boliviana “San Pablo”.