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Floricultura de Cochabamba no se rinde ante la pandemia

El cultivo de flores se vio afectado por la reducción de precios, pero existen emprendimientos que apuestan por expandir un negocio que beneficia a cientos de familias.

Las flores de la familia Cartagena resistieron el impacto de la pandemia de coronavirus y brotaron con mayor intensidad debajo de decenas de viveros que fueron instaladas en la campiña cochabambina, en el centro de Bolivia.

“En esta pandemia estábamos por rendirnos pero, aunque bajó el precio, no nos dimos por vencidos, seguimos. Nos levantaremos; otras se rindieron, nosotras no”, afirmó Adela Román Rodríguez, la gerente de la florería que está a cargo de la cadena productiva y de la comercialización de estos productos.

Adela también se encarga de distribuir las flores a los mercados del interior del país, especialmente a La Paz, cuya demanda se reactivó luego de cuatro meses difíciles marcados por las restricciones impuestas por la pandemia.

Los precios de las t’ikas (flores en quechua) aún no recuperaron los precios que se tenían antes de la pandemia, pero Adela se muestra esperanzada por la forma en la que vuelve a florecer el negocio.

La cosecha de las flores, especialmente de rosas y claveles, es una tarea que requiere destreza a la hora de cortar los tallos. La familia de la floricultora participa en la delicada tarea de cuidar la integridad de cada uno de los coloridos pétalos que adornan estas plantas.

Mientras ella evalúa las dificultades de este año, varias personas cosechan las flores que luego se regalarán entre enamorados o que simplemente le darán color a un día especial, según se puede percibir en un video que recorre las redes sociales. 

“Desde hace tiempo estoy cosechando, ya casi un año, pero siguen floreciendo. Con flores nomas trabajo ya desde hace tiempo y estamos ampliando porque con eso vivimos toda la familia”, afirmó.

La floricultura es una de las actividades económicas emblemáticas de los valles cochabambinos que se desarrolla desde la década de los años 70. En la actualidad, al menos 15 comunidades de los municipios de Quillacollo, Vinto-Pairumani y Tiquipaya se dedican a esta actividad.

Casi la totalidad de la producción de flores en esa zona está dirigida al mercado interno, pues las cifras de exportación cayeron en los últimos 15 años, según datos procesados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Al momento, la florería Cartagena—ubicada en la comunidad de Iskaypata Pairumani— se está expandiendo con el apoyo de Banco BISA. A través de sus ejecutivos, la entidad financiera realiza un seguimiento constante y personalizado a estos emprendimientos promovidos por las comunidades.

“Vendemos para Día del Padre, para el Día de los santitos, para el día de los enamorados, para el Día de la Amistad. Desde Todos Santos hasta diciembre vendemos muchas flores”, remarcó doña Adela con esperanza.

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