El inspirador y sagrado Monte Fuji
Fuji-san, es el símbolo natural japonés que sincretiza lo geográfico, lo cultural y lo espiritual.
Reportaje fotográfico por Natalia Salazar, corresponsal en Japón.
El Monte Fuji, más conocido como Fuji-san, se encuentra ubicado en la Isla de Honshu, al suroeste de Tokio, desde donde se lo puede ver. Sus 3,776 metros de altura lo convierten en el monte más alto de Japón y uno de los sitios más visitados.
Esta maravilla natural, declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2013, no solo ha inspirado a grandes artistas y literatos y recibido a millones de peregrinos, sino que se constituye en el símbolo más representativo del país nipón.
Tiene una forma elegante y hermosamente simétrica, que parece que hubiera sido dibujada con un pincel, y ya sea con nieve o sin ella, se constituye en una de las vistas naturales más maravillosas. Está rodeado por lagos y bosques naturales, así como por componentes culturales como santuarios y posadas tradicionales volcánicas “onsen”, fuentes y cascadas, todos considerados sagrados.
Desde hace varios siglos, el Monte Fuji ha sido representado en el arte japonés a través de estampas xilográficas, grabados en madera, pinturas, pergaminos, estampillas, textiles y cerámicas, entre otros, siendo quizás una de las más famosas “Las treinta y seis vistas” de Hokusai, que fueron y continúan siendo un éxito a nivel mundial, ya que se trata de una variedad de composiciones magistrales, en donde el Monte Fuji es a veces visto a lo lejos o a través de una ola u otras veces dominando toda la superficie de la imagen.
En esta ocasión las palabras no alcanzan para describir la belleza del Fuji-san, por eso prefiero que sean las fotografías las que hablen por si solas y, de alguna manera, puedan transmitir la magnificencia de este lugar.